Un vacío asombroso: la historia oficial ignora al fútbol. Los textos de
historia contemporánea no lo mencionan, ni de paso, en países donde el fútbol
ha sido y sigue siendo un signo primordial de identidad colectiva.
Juego luego soy: el estilo de juego es un modo de ser, que revela el
perfil propio de cada comunidad y afirma su derecho a la diferencia.
Eduardo Galeano, escritor
uruguayo.
Cuando sólo existían la radio
y el diario
“Todos nosotros estábamos bajo el infujo del maravilloso estilo de
Brasil, campeón del mundo, pero nadie lo había visto jugar nunca; la televisión
no había llegado a esas provincias y todos lo conocíamos por radio, por esas
voces lejanas y vibrantes que narraban los partidos. Y también por los diarios,
que llegaban con cuatro días de atraso, pero traían la foto de Pelé, el dibujo
de cómo se hacía un cuatro-dos-cuatro y la noticia de la catástrofe argentina
en Suecia.”
Osvaldo Soriano, escritor
argentino. Del cuento “Gallardo Pérez, referí”
Mirando un Partido Por
televisión
Hoy estamos acostumbrados a que la televisión nos
muestre un partido de fútbol desde distintas tomas. Podemos ver la misma jugada
desde un punto de vista y su repetición, desde otro. En la actualidad, el
avance tecnológico permite, por ejemplo, incorporar mayor cantidad de cámaras
en una cancha. Sin embargo, años atrás, mirar un partido era muy diferente.
Vale la
pena explorar estas transformaciones que, como dijimos, también influyen en la
manera en que recibimos y entendemos el mensaje.
Identidad
El martes 30 de junio de 1998, la Argentina
mostraba sus calles casi desiertas. En bares, oficinas o en las propias casas,
la inmensa mayoría de los argentinos se agrupaba frente a la pantalla de algún
televisor. Los seleccionados de fútbol de Argentina e Inglaterra disputaban un
partido con motivo del Campeonato Mundial de Francia.
Cuando el silbato del
árbitro marcó el final del encuentro y el triunfo para el equipo argentino, las
calles se llenaron nuevamente de gente: hombres, mujeres, niños, jóvenes,
profesionales, amas de casa, estudiantes, obreros, taxistas. En las calles
dominaba el celeste y blanco de las banderas. Los colores aparecían en los
rostros pintados de la gente, en los gorros, en las camisetas, en los balcones
o en las manos. Una lluvia de papelitos, sumada al ruido de las bocinas, bombos
y cornetas, acompañó los saltos junto al grito “el que no salta es un inglés”.
¿Por qué personas tan
distintas entre sí, con historias individuales tan diferentes y únicas, que no
se conocían ni se habían visto jamás, se expresaban de manera casi idéntica
frente al triunfo del seleccionado nacional? ¿Qué los unía? La respuesta
resulta casi obvia. “Todos somos argentinos. Cómo no vamos a festejar un
triunfo del seleccionado.”
Sin duda, nacer en un
determinado país, identificarnos con los símbolos patrios, hablar una lengua
común, adquirir costumbres similares, apoyar a la selección nacional, son
elementos que funcionan como puntos de referencia en torno de los cuales se
construyen las identidades.
Desde chicos,
aprendemos de la sociedad y de los medios cuál es nuestra identidad nacional,
regional, local e individual. Anuncios publicitarios, telenovelas, fotografías,
series, películas, notas periodísticas y noticieros, construyen constantemente
nuestra identidad. Sin duda, nacer en un determinado país o región, identificarnos
con sus símbolos patrios, hablar una lengua común, adquirir costumbres
similares, apoyar a la selección nacional de fútbol, son elementos que
funcionan como puntos de referencia en torno de los cuales se construyen las
identidades.
Todos nosotros nos
desarrollamos como sujetos sociales dentro de un particular contexto cultural
y, en ese proceso, nos apropiamos de un conjunto de significados comunes que
nos permiten interpretar el mundo de manera más o menos similar, expresar
nuestras ideas y sentimientos de un modo que pueda ser comprendido por quienes
nos rodean.
La identidad se
aprende. No nacemos con ella. La identidad no es genética, es una construcción
social. La aprendemos en el hogar, en la escuela, en el club, en la calle; la
construimos en todos los ámbitos en los que nos interrelacionamos socialmente.
En la escuela, por
ejemplo, las imágenes de los libros de textos, los relatos históricos, las
carteleras, los festejos de las efemérides patrias, los juegos en los recreos,
conforman un universo de sentido que posibilita la apropiación de una identidad
cultural compartida.
Los medios, nos
sugieren qué pensar, qué sentir, qué creer, qué desear y qué temer. Nos
muestran cómo vestirnos, qué consumir, de qué manera evitar el fracaso y cómo
reaccionar ante miembros de grupos sociales diferentes al nuestro. Los medios
nos ofrecen modelos de identidad individual, nacional y cultural, aun cuando no
necesariamente los tomemos tal cual nos son propuestos. Los modelos que se
ofrecen no son únicos sino diversos y a veces contradictorios.
La identidad nacional,
entonces, se construye sobre la memoria colectiva común, expresada a través de
las tradiciones, la historia compartida y las relaciones sociales cotidianas.
Esto nos permite pensar la identidad nacional como una construcción social,
dinámica y cambiante. Y que, por lo tanto, puede ser sujeta a análisis,
interpelación y transformación.
Existe otro aspecto de
la identidad que es importante analizar: aquel que vincula la identidad con la
diferencia. En la construcción de la identidad de cualquier grupo social, al mismo
tiempo que se conforma un nosotros toma forma un otro, con atributos y
cualidades que hacen a esos otros distintos de nosotros.
¿Cuál es el papel de
los medios de comunicación en relación con la construcción de nuestra
identidad? Los medios –como dijimos– participan activamente en la conformación
de nuestra identidad en la medida en que infuyen sobre la idea de un nosotros,
que es distinto de un los otros. Los medios participan en la construcción de la
idea de nacionalidad, raza, género, etc.
Analizar con los
alumnos la manera en que los medios hablan de “nosotros” y de “los otros” es
fundamental para comprender la manera en que los medios construyen
representaciones del mundo.
Podremos entonces
preguntarnos frente a cualquier mensaje de los medios: ¿Cómo hablan los medios
acerca de “mí” o de “nosotros”? ¿Cuál es el nosotros al que pertenezco?
¿Quiénes son los otros? ¿Cómo son representados?
Aquí, buscaremos
preguntar acerca de la manera en que la radio, el diario, la televisión e
Internet hablan de los diferentes países que participan del Mundial de Fútbol. ¿Qué
es una nación y cómo es entendida? ¿Cómo representan sus culturas? ¿Qué
aspectos destacan de ellas? ¿Cuáles son los menos representados? ¿Hablan solo
de los equipos de fútbol o de las culturas y sociedades a las que representan?
¿Se habla de “los ingleses”, “los alemanes”, “los españoles”, “los africanos”,
“los latinoamericanos”, “los argentinos”? ¿Qué se dice de “ellos” y de
“nosotros”?