Un Papa en Argentina, la rebelión de los artistas y el ocaso de la dictadura:
por qué 1982 fue un año de quiebre.
Convulsionado, con guerra y crisis económica, con la fuerza de los actores y el rock nacional, con la política que bulle, el país va saliendo de los oscuros tiempos de los gobiernos militares. Así fue el año donde amaneció la democracia.
En el almanaque y la Argentina, el año 1982 –como todos– empezó el primer día de enero y terminó el último día de diciembre.
Pero ese inamovible eje, ese equilibrio planetario, se quebró en pedazos entre el 2 de abril y el 14 de junio: recuperación de las islas Malvinas, batalla, derrota.
Sin embargo, la dictadura militar nacida el 24 de marzo de 1976 no sólo dejó esa huella de sangre: propició resistencias contra su implacable censura, rebeldías en el mundo del arte, y en materia de economía entregó un cadáver… Tanto, que algunos expertos extranjeros llegaron a decir que "La quiebra económica de ese país es más importante que el fracaso bélico".
En menos de una semana, al asumir el nuevo ministro, José María Dagnino Pastore, el peso se devaluó un 267 por ciento respecto del dólar, y llegó a su tope unas semanas después: 421 por ciento. ¡Un dólar = 40.000 pesos!
Ante ese panorama, no fue casual que la peregrinación a Luján convocara a más de un millón de jóvenes bajo la consigna "Unidos a María anunciemos a Jesús", y que la mayoría de las pancartas pidieran "Paz y Trabajo".
La palabra paz, en alusión al inminente conflicto con Chile: la Junta Militar tenía en sus planes invadir ese país…
No por nada el año había empezado con un acto desconcertante: un gigantesco asado al que concurrieron… ¡trece mil personas! Fue en Victorica (La Pampa), y presidido por el general Leopoldo Fortunato Galtieri… con sabor a campaña política.
Respuesta: una enorme manifestación organizada por la C.G.T.
La marcha, encabezada por Saúl Ubaldini, agitó la consigna Paz, pan y trabajo. Y en algunas pancartas, una estocada a fondo: "Abajo la dictadura militar". El plan era entregar un petitorio en la Casa Rosada. Pero no llegaron… Brutal represión policial en la Plaza de Mayo. Un muerto y diez heridos.
En Mendoza, luego de tres horas de lucha, un obrero textil muerto: José Benedicto Ortiz. En todo el país, 2.500 heridos y 4.000 detenidos. Entre ellos, Saúl Ubaldini, Adolfo Pérez Esquivel (premio Nobel de la Paz), y un grupo de Madres de Plaza de Mayo.
Paradoja. Tres días después, en la misma plaza de Mayo de la feroz batahola, y desde el balcón de la Rosada, Galtieri anunció la toma de las Malvinas… y fue ovacionado.
Contra todo pronóstico, el 2 de abril, tropas argentinas desembarcan en Port Stanley, rebautizado Puerto Argentino.
El plan de la dictadura es forzar una negociación con Inglaterra, y de ese modo perpetuarse en el poder, sostenida por la pasión nacionalista desatada en todo el país.
Descarta una reacción bélica. Cálculo funesto: Inglaterra moviliza una poderosa flota (Task force, fuerza de tareas). Después del desembarco se suceden los interminables días de furiosos combates. Y el 14 de junio cae Puerto Argentino. Rendición. Y tragedia: 649 muertos de nuestro país.
Sólo hay blanco y negro.
Negro: la delirante decisión de enfrentar a una potencia, dictada por la mezquina ambición de no abandonar el poder. Imperdonable.
Blanco: el coraje de los soldados, su diezmo de sangre, y el heroico papel de los pilotos. Una saga inolvidable.
En plena guerra, una experiencia luminosa con triste final:"Las 24 horas de las Malvinas". En vivo. Por ATC y cientos de canales del interior. Conducido por los inagotables Cacho Fontana y Pinky. Miles de almas dejando dinero, joyas, lo mucho o poco o casi nada que podían. Como imán, actuaron desde Susana Giménez hasta Maradona. Recaudación: un millón y medio de pesos… que jamás llegaron a las islas.
En medio del dolor, y todavía en plena guerra, una visita oficia, hasta donde puede, de bálsamo. Llega el papa Juan Pablo II. Primero ha ido al Reino Unido (fin de mayo), y después a nuestro país "como mensajero de paz": sus propias palabras.
El 11 de junio llega a la Basílica de Luján. La multitud es casi incalculable. En su homilía predica por la paz y la reconciliación. Y cuatro días después termina la guerra.
Pero el 12 de junio, Corpus Christi, oficia misa frente al Monumento de los Españoles. Oran con él medio millón de almas…
El 17 de junio, Galtieri es echado. Gobierna el general Reynaldo Bignone. La dictadura entra en su fase final.
Más allá de las cotidianas penurias, el pueblo instala su pasión y sus expectativas el Mundial de Fútbol 1982. Sede: España. DT: César Luis Menotti, campeón en el 78. En el equipo… ¡Maradona!
Pero como si el fantasma de Malvinas pesara sobre ellos, la campaña es mediocre. Pierde con Bélgica, le gana a Hungría y a El Salvador, cae ante Italia, pero el 3-1 propinado por Brasil sentencia la vuelta a casa…
Se estrenan veinte películas de escasa calidad, salvo "Señora de Nadie", dirigida por María Luisa Bemberg. Pero las palmas se las lleva "Plata Dulce", de Fernando Ayala. Protagonistas: Federico Luppi y Gianni Lunadei. Llega a la pantalla el 8 de julio y es récord de taquilla. ¿Por qué? Porque, en clave de humor, es una feroz catarsis de la fantasía de riqueza de los argentinos bajo el plan económico de Martínez de Hoz (los días del "Deme dos" en Miami), el consiguiente derrumbe y el triste despertar…
Abatido el seleccionado en España, hay que conformarse con el fútbol casero. Empieza el Nacional 1982. Equipos: 32. Campeón invicto: Ferro, al vencer en la final a Quilmes. Pase directo a la Libertadores 83.
Pero bien dice la canción de Enrique Pinti que todo pasa (la censura, las listas negras, las prohibiciones)… pero quedan los artistas.
Y la dictadura militar y Malvinas fueron el detonante de la resistencia.
De pronto, cuando la consigna era el silencio, el no despertar sospechas aun siendo inocente, en salir siempre con documentos…, explotó un programa de tevé, puntapié inicial de una ola de rebeldía.
Nombre: "Nosotros y los miedos". Todos los jueves a las diez de la noche por Canal 9. Capítulos unitarios con nombres de primera línea: Ranni, Picchio, Solá, Darín, Dufau, Dumont, Zubarry, Laplace… Y planteo de temas absolutamente prohibidos en la pantalla.
Desde el campo militar, silencio…
¿No entendían las sutilezas de los libretos, o renunciaban a tirar más de la cuerda porque olfateaban el ocaso de su poder? Nunca se sabrá.
Por supuesto, había contrapeso. Los programas cómicos. Y entre ellos, en ese 82 tan sofocante, "La Tuerca". Con bufos de primera línea: Gorgatti, Láinez, Délfor, Rubino, Zucker, Andreu… y libros de humoristas imbatibles: Basurto, Garaycochea, Maselli, Mesa, Viale…
Y –¡por supuesto!– el Rey del Monólogo. ¡Tatooo Booores! En la tele del 82, con "Extra Tato", y guiones de Blotta (h), Abrevaya, Guinzburg, Basurto y Díaz. Y siempre y por siempre, el máximo: Alberto Olmedo. Que no militaba en la protesta, pero tiraba, sutil, más de una patadita…
Pero nada más colosal, cuando la dictadura tambaleaba, queel estallido del rock nativo. Nada.
En noviembre del 82, en las canchas de rugby de Obras… ¡cuarenta bandas! Bajo el nombre de BA Rock IV. Que suenan con furia contra los dictadores y con dolor por los caídos en las islas. Que transmiten Del Plata, Rivadavia y ATC. Sesenta mil almas en las canchas y no menos afuera, la ñata contra el alambre o los ladrillos. El dinero, a beneficio de los combatientes. Los que sobrevivieron, y las familias de los que no retornaron.
Nombres: todos. Spinetta, Nebbia, Cantilo, Gieco, Lebon, García (Charly, claro), Pappo, Mestre, Tarragó Ros, el Negro Rada.
"¡Por fin oímos guitarras eléctricas y no sirenas policiales!", grita alguien. Guitarras eléctricas que cierran el fin de una historia negra, sangrienta, trágica.
Pero sin olvidar otro gran protagonismo de la resistencia: Teatro Abierto.
Sala levantada a pulmón en ese pasaje curvo llamado Rauch (hoy Discépolo). Nacido en el 81 contra la dictadura. Golpeado por una bomba. Incendiado por esbirros de la Junta. Reconstruido y vuelto a la vida en 1982. Lo crearon Osvaldo Dragún, Gonzalo Núñez, Jorge Rivera López, Luis Brandoni y Pepe Soriano.
Los fieles, aun con riesgo, desfilaban para ver obras de Ricardo Halac, Griselda Gambaro, Roberto Cossa, Eduardo Pavlovsky, Carlos Somigliana…
Y abrió puertas nuevas: Danza Abierta, Música Siempre, Libro Abierto, Poesía Abierta… tango, folklore, en la Capital, en provincias.
El efecto–contagio de la libertad. Esa ola que siempre, más tarde o más temprano, con alto precio de vidas, termina arrasando a los agentes del Mal.
Muerto el pomposamente llamado "Proceso de Reorganización Nacional", las fuerzas políticas y sindicales salen definitivamente de su letargo.
Es la hora de las urnas.
Ricardo Balbín, el líder máximo de la Unión Cívica Radical, ha muerto en septiembre de 1981. Es el momento de Raúl Alfonsín, jefe del Movimiento de Renovación y Cambio: corriente interna del partido fundado por Leandro Alem.
La política bulle. Tanto, que el 16 de diciembre de 1982, La Multipartidaria (peronismo, radicalismo, democracia cristiana, desarrollismo) congrega a más de cien mil almas en una marcha.
¿El reclamo?: elecciones libres, justicia por los desaparecidos, retorno de los derechos sindicales.
Al frente caminan Oscar Alende, Arturo Frondizi, Deolindo Bittel, Carlos Contín, Francisco Cerro.
Pero los nubarrones no se disipan. Después del acto, las columnas sindicales, con Ubaldini a la cabeza, tratan de llegar a la Plaza de Mayo, pero estalla la represión. Muere, baleado por la policía frente al Cabildo, el obrero metalúrgico Dalmiro Flores.
La furia se expresa en cantos de venganza: "Paredón, paredón, a todos los milicos que vendieron la nación", "El que no salta es un militar", "Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar".
Ante la insoportable presión, el general Bignone, en febrero de 1983, anuncia la fecha de las elecciones.
Empieza a amanecer la democracia.
(Autor: Alfredo Serra, extraído de:
http://www.infobae.com/sociedad/2017/03/25/un-papa-en-argentina-la-rebelion-de-los-artistas-y-el-ocaso-de-la-dictadura-por-que-1982-fue-un-ano-de-quiebre/)