lunes, 16 de abril de 2018

Cómo nace la cultura



El hombre crea la cultura pero, al mismo tiempo, la cultura crea al hombre. ¿Es posible que el hombre se desarrolle como tal, fuera de un ambiente humano?
 El hombre nace con muy pocas capacidades ya desarrolladas: solo, sin la compañía y asistencia de otros, no puede sobrevivir, pero esa pobreza de conducta la compensa con una mayor capacidad de adquisición, es decir de aprendizaje y de creatividad con las que se puede relacionar y resolver las diversas situaciones. Al responder a éstas, el hombre produce cultura, es decir, instrumentos, recursos y expresiones aptas para dar significado a su vida y a su entorno. Estas respuestas constituyen lo que llamamos cultura.
El hombre es un  animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, y que otorgan valor y significado a gestos, lugares y palabras que dan una característica propia a su vida comunitaria. Fuera de ese ámbito pierde su significación. La cultura es por lo tanto una producción humana colectiva que tiene una dimensión significante, da sentido, le permite enriquecer sus posibilidades, gracias a su extraordinaria capacidad de comunicación y aprendizaje.

La cultura es la sonrisa
Que brilla en todos lados
En un libro, en un niño
En un cine o en un teatro
Solo tengo que invitarla
Para que venga a cantar un rato
Ay, ay, ay, que se va la vida
Mas la cultura se queda aquí
La cultura es la sonrisa
Para todas las edades
Puede estar en una madre
En un amigo o en la flor
O quizás se refugie en las
Manos duras de un trabajador
La cultura es la sonrisa
Con fuerzas milenarias
Ella espera mal herida
Prohibida o sepultada
A que venga el señor tiempo
Y le ilumine otra vez el alma
La cultura es la sonrisa
Que acaricia la canción
Y se alegra todo el pueblo
Quien le puede decir que no?
Solamente alguien que quiera
Que tengamos triste el corazón

(León Gieco)





¿QUÉ ES LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y CÓMO AFECTARÁ NUESTRO TRABAJO?

Por Cecilia González

Se trata de un nuevo paradigma de organización de los medios de producción en el que convergen tecnologías digitales, físicas y biológicas -neurotecnologías, robots, inteligencia artificial, biotecnología, sistemas de almacenamiento de energía, drones e impresoras 3D- que transformará no sólo la naturaleza del trabajo sino todos los aspectos de la vida, “hasta lo que significa ser humano” según los especialistas. No se trata de un conjunto de tecnologías -digitales, físicas y biológicas- emergentes sino de una interrelación compleja entre éstas, una verdadera convergencia que dará lugar a nuevos sistemas construidos sobre la infraestructura de la revolución digital anterior (cuyos orígenes se rastrean desde mediados del siglo XX, con la llegada de la electrónica y la tecnología de la información y las telecomunicaciones).
Nuevas fábricas
Quizás el objetivo principal de la cuarta revolución industrial sea la puesta en marcha de un nuevo tipo de planta industrial, el de las “fábricas inteligentes”: unidades de producción completamente automatizadas a partir de sistemas ciberfísicos que combinarán maquinaria física y tangible con procesos digitales, las cuales serán capaces de tomar decisiones descentralizadas y de cooperar -entre los mismos sistemas y con los humanos- mediante el internet de las cosas.  El fin es el de llegar a un desarrollo industrial que perfeccione los procesos de manera tal de adaptarse a las necesidades del negocio, así como a una asignación más eficiente de los recursos.
El futuro del trabajo
El primer dato que se presenta no suena alentador: unos cinco millones de puestos de trabajo de los 15 países más industrializados del mundo podrán desaparecer. Sin embargo, esos empleos podrán transformarse en otro tipo de trabajo cuya forma aún no podemos siquiera imaginar: “El futuro del empleo estará hecho de trabajos que no existen, en industrias que usan tecnologías nuevas, en condiciones planetarias que ningún ser humano jamás ha experimentado”, explica David Ritter, CEO de Greenpeace Australia/Pacífico.
Las industrias serán impulsadas por cuatro motores: “un aumento de los volúmenes de datos que manejan las empresas industriales; ordenadores cada vez más potentes y baratos; capacidad de analizar los datos de los procesos; y continua mejora en la interacción de personas con máquinas, robots e impresoras 3D (lo cual) reduce costes, mejora las cadenas de producción y aprovecha las nuevas bases de datos”, tal como señala de Pablos.
Por su parte, Wolfgang Wahlster, director del Centro Alemán de Investigación de Inteligencia Artificial, señala que la robotización de la economía no significará una total desaparición de empleos. “Los robots tienen una gran capacidad lógica y de gestión del big data, pero la inspiración, la intuición y la creatividad quedan lejos de su alcance”. La creatividad, precisamente, se convertirá en una de las competencias profesionales más demandadas para sacar provecho al mix de nuevas tecnologías y formas de trabajo”.
Así las cosas, todo parece indicar que el proceso de transformación sólo beneficiará a quienes sean capaces de innovar y adaptarse. En este sentido, el Foro Económico Mundial señala cuáles son las 10 principales competencias que los trabajadores deberán desarrollar para poder sobrevivir a esta nueva oleada, a saber: solución de problemas complejos; pensamiento crítico; creatividad; gestión de personas; coordinación de equipos; inteligencia emocional; análisis y toma de decisiones; orientación del servicio; negociación y flexibilidad cognitiva. Asimismo, el WEF destaca que unos 1,9 millones de trabajadores altamente cualificados podrían hacer falta en 2020, lo cual equivale a una buena noticia, siempre y cuando las personas logren adaptarse a los cambios y transformaciones inherentes a la nueva era.

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martes, 3 de abril de 2018

Dignidad Humana



De hombre a persona
 Al decir PERSONAS nos referimos a individuos que no sólo cumplen sus funciones biológicas sino que también comparten su existencia con otros, aman, luchan por sus ideales, sufren, crean su cultura, organizan la vida en comunidad. Esas capacidades que nos hacen personas son la base de la DIGNIDAD HUMANA.  Esta dignidad nos hace iguales por sobre todas las diferencias de etnia, sexo, cultura, edad, nivel socioeconómico; es un valor universalque exige no degradar a otras personas y nos da el derecho a defendernos si somos discriminados.
Si bien la capacidad de comprender y amar son propias de todo ser humano (innatas) y constituyen su dignidad inviolable, más allá de lo que él pueda hacer con ella, ésta no puede manifestarse ni calificar la vida del individuo sino en un ámbito que permita su desarrollo. La vida humana exige un proceso  de personalización que consiste en superar  las condiciones de mero individuo (subsistencia, afirmación de sí) para llegar a reconocerse a sí mismo ante el otro y con el otro. Este proceso de personalización se desarrolla en sociedad, en la trama de relaciones y valoraciones en las que el niño va reconociéndose en contacto con otros. La calidad de las relaciones que lo acompañen en su crecimiento le permitirán comprender su dignidad y la de los seres que lo rodean. Esta es la tarea esencial de toda sociedad, gracias a la cual no sólo lo integra a los individuos que la componen en una sola comunidad, sino que a la vez, permite nuevos crecimientos y los impulsa a nuevas posibilidades.
Permitir que todo ser humano alcance las condiciones de dignidad que le son propias implica:
-transformar las situaciones que amenazan la dignidad o que le impiden alcanzarla,
-modificar las condiciones materiales de pobreza, aislamiento, discriminación. Existen ejemplos actuales: la obra de la Madre Teresa de Calcuta a favor de los moribundos, instituciones que defienden los derechos de los aborígenes, o de los migrantes, grupos que tratan de ayudar a personas que se encuentran en situaciones sociales de marginación: chicos de la calle, desocupados, enfermos de sida…
-desarrollar la conciencia social del valor de la propia vida y la de los  semejantes y crear asociaciones civiles, religiosas  o culturales que promuevan la defensa de los derechos humanos.
Como podemos ver, no es posible pensar en el hombre como en un ser aislado; su vida está siempre entrelazada en profundos vínculos sociales y  es allí donde descubre y desarrolla todas sus capacidades.